Una leyenda entorno a El Escorial

Nos encontramos en pleno siglo XVI, con el esplendoroso monasterio de El Escorial en construcción siguiendo las modificaciones hechas por Juan de Herrera sobre el proyecto original de su maestro Juan Bautista de Toledo.
La aldea es extremadamente pequeña y humilde y sus escasos vecinos sobreviven de forma mísera, (Escorial procede de escoria), mientras veían levantar ese magnífico edificio en su entorno.

Llegaban gentes, artesanos, carpinteros, canteros y demás oficios desde tierras muy lejanas. Nadie comprendía nada y el desconcierto y los rumores estaban en boca de todos. Las noches eran frías y muy húmedas y, muchas de ellas, terroríficas durante algún tiempo para todos los vecinos.

Por las noches, del interior de la construcción, unos grandes y sonoros aullidos lastimeros invadían el silencio de la noche. Sonaban tan fuertes retumbando el eco en el interior de ese edificio en construcción que se escuchaba desde los pueblos vecinos. Las gentes se despertaban sobresaltadas e incluso se evitaba salir de las casas.

Pronto se corrió la voz y comenzó a extenderse la leyenda. Algunos vecinos hablaban de aullidos acompañados de sonido de enormes cadenas arrastradas. Otros decían que lo habían visto y era un monstruo gigante. Los más prudentes decían que se trataba de un enorme perro negro que arrastraba una cadena. Otros hablaban de una criatura del infierno que por las noches saltaba de un solo brinco de pescante a pescante y, algunos, incluso, lo habían visto saltar sobre las grúas de la iglesia en construcción.

Los más «interesados» lo interpretaban como una señal de los motines secretos del reino , que eran los gemidos de pobres y cadenas de oprimidos. Así hubo hasta más de cien interpretaciones que hicieron que la leyenda y la fama se extendiera.

La realidad, como siempre, era mucho más sencilla. Se trataba de un gran perro de buena casta propiedad del Marqués de las Navas, localidad muy cercana al edificio. El animal, perdido y asustado, al encontrar un edificio en obra y abierto donde refugiarse por las noches, se escondía en la bóveda de los nichos, donde aullaba triste esperando encontrar a su amo. Allí abajo, el eco del aullido se multiplicaba y salía por todos los huecos y ventanas existentes.

Con el tiempo, una vez descubierto el misterio, se dieron las explicaciones pertinentes, pero la leyenda se había extendido tan rápidamente que fueron muchos los que siguieron creyendo que se trataba de algo del más allá y sobrenatural.

Monasterio de El Escorial, conocido como la séptima maravilla del mundo.