Una manera de relajarse hace casi dos milenios

En Gijón (Asturias) y concretamente en Campo Valdés se encuentran unas termas bajo la plaza, que son hoy un yacimiento recuperado de la historia romana de la villa. Fueron levantadas en dos fases entre el siglo I y II d.C., y se ampliaron posteriormente con salas que presentaban una rica decoración. Estos baños fueron decayendo y perdiendo su actividad entre finales del siglo IV e inicios del siglo V. Fueron descubiertas por casualidad en 1903 y convertidas en museo en 1995.

Pero ¿cuál era el significado de estos lugares? Durante el imperio romano el baño era un hábito diario practicado por las tardes, después del trabajo y antes de la cena. Las termas no solamente eran un lugar de higiene personal y ejercicio físico sino además un sitio donde entablar relaciones sociales y pasar el tiempo libre y de relax.

Séneca ya los describió como ruidosos y de negocios que competían entre sí en ofrecer lujo y servicios. Los edificios permanecían abiertos desde la mañana hasta la puesta de sol y sus tarifas eran muy distintas según el sexo y la edad. Los servicios que ofrecían además del baño a los usuarios podían ser de masaje, unción y depilación.

Restos arqueológicos a cielo abierto antes de la recuperación.

El propietario podía ser el Estado, en el caso de grandes termas imperiales, el municipio o personas privadas, frecuentemente la administración del edificio se encargaba a un empresario denominado “conductor,” que pagaba un alquiler al propietario. El esquema básico de recorrido de una terma comienza por vestuario (apodyterium) ,estancia para baño frío (frigidarium), sala templada (tepidarium) y sala de baño caliente (caldarium).

En el caso de Gijón había al menos siete habitaciones calentadas por el sistema de “hypocaustum” y constituyen un ejemplo de lo más variado de esta práctica en Hispania, además de tener un recorrido denominado de “tipo pompeyano” en alusión al sistema utilizado en esa importante ciudad de la Campania.

En general a este itinerario se le puede añadir la sala seca (sudatio) entre la sala templada y caliente y la “palestra” que era un patio al aire libre para ejercicios gimnásticos y deportivos, que no siempre se encontraban en estos lugares. Los grandes complejos termales tenían además una gran piscina o “natatio”, en Gijón tras la inmersión en agua caliente se pasaría al agua fría del mar a escasos metros.

La villa tiene además otros restos de muralla romana que rodearían, el histórico barrio de Cimadevilla y cuya puerta de entrada estaría en la conocida como torre del reloj, además de ser el final de la famosa ruta de la plata. Sobre el origen de la palabra Gijón, el gran filósofo Miguel de Unamuno atribuyó su procedencia del latín, concretamente de «saxus», peñas o roca, derivandando hacia el nombre actual.

Placa indicativa de las Termas Romanas.
Actuaciones de restauración realizadas en las termas.