Enrique II dispuso en su testamento erigir un panteón real de los Trastámara en la Catedral de Toledo, aunque originariamente ocupó otro lugar posteriormente fue trasladada a la ubicación actual. La memoria de los reyes que descansan en este paraje, nos acercan a los entresijos de la historia de España.

Entrando en la capilla de reyes nuevos nos encontramos en primer lugar, los sepulcros de Enrique II (1334-1379) y su esposa Juana Manuela. La primera guerra civil castellana se produce entre Pedro I denominado el cruel o el justiciero y su hermanastro Enrique (hijo natural de Alfonso XI, nacido de su relación con Leonor de Guzmán, a la vez tataranieta de Alfonso IX de León).
Ambos hermanastros se enfrentan en una lucha fratricida con diversos escenarios durante más de quince años, el bando de Pedro I apoyado por los ingleses y dirigidos por el denominado ‘Príncipe negro’ y el de Enrique por los franceses donde se encontraba el famoso caballero y gran estratega Bertrand Du Guesclin.
El desenlace del enfrentamiento se produjo en Montiel (Ciudad Real), fue un encuentro cuerpo a cuerpo en el que iba ganando Pedro I que consiguió situarse físicamente sobre Enrique y se disponía a apuñalarlo cuando el francés Du Guesclin intervino sujetando al rey por la pierna y haciéndolo girar, algo que aprovechó el hermanastro para clavarle el puñal que resultó mortal, sin lugar a dudas en estos sucesos cabe una parte de leyenda popular.
De este acontecimiento se hizo famosa la frase de Guesclin: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”, y de este hecho comenzó el 23 de Marzo de 1369 a reinar la casa de Trastámara.

Como curiosidad Enrique II fue conocido como el de las Mercedes(por sus amplias concesiones nobiliarias) o el Fratricida (por sus detractores). Su esposa Juana Manuela era hija del todopoderoso infante Don Juan Manuel, autor entre otras obras literarias de “El Conde Lucanor”.
El descendiente de Enrique II fue Juan I (1358-1390), quien tuvo dos descendientes con Leonor de Aragón, ambos hijos fueron reyes: Enrique III en Castilla y Fernando I en Aragón. Tras enviudar Juan I, se pacta el matrimonio con Beatriz de Portugal (enterrada en Sancti Spiritus en la ciudad de Toro), el acuerdo pretendía asegurar la línea sucesoria de Beatriz como reina lusitana. Tras el fallecimiento del padre de su cónyuge, Juan I toma posiciones militares con el fin de situar en el trono de Portugal a su esposa.
Pero los conflictos surgen cuando Juan de Avis se postula al trono del país vecino, el sueño de Juan I acabó en la famosa batalla de Aljubarrota de 1385, de haberse producido otro resultado habría cambiado el futuro de la península ibérica.
Los acontecimientos no finalizan aquí. El duque de Lancaster, Juan de Gante y su esposa Constanza de Castilla (hija de Pedro I y de su eterno amor María de Padilla), tras la derrota de Juan I en tierras portuguesas, reivindican sus derechos dinásticos a la Corona de Castilla arrebatados a Pedro I, comienza una invasión desde las costas gallegas para hacerse con el reino usurpado por Enrique II.
La incursión inglesa tuvo resultados poco exitosos, pero esta situación incomoda se cierra con un acuerdo donde el protagonista será el heredero de la corona Enrique III.
Precisamente entramos en nuestro tercer y último mausoleo de esta capilla, el de Enrique III (1379-1406) el Doliente, cuya esposa fue Catalina de Lancaster (hija de Juan de Gante y Constanza de Castilla) , matrimonio acordado en el Tratado de Bayona de 1388 que pone fin a las reivindicaciones inglesas en nombre de Constanza, considerada sucesora de Pedro I y reconociendo a la casa de Trastámara dinastía reinante.
La boda de Enrique y Catalina, se celebra en la Catedral de Palencia (1388) y nace también por la concordia de paz la denominación de príncipes de Asturias, dicha consideración se da por primera vez a esta pareja hace 627 años, tras el enlace en Palencia.

Este título se creó para distinguir a los herederos de la corona, de la misma forma que en Inglaterra existía el príncipe de Gales, y la decisión de referirse a las tierras de Asturias, se debe a que se trataba del territorio más vinculado a la casa de los Trastámara.
Como anécdota en el año 1834, Mariano José de Larra, publica una novela caballeresca y romántica denominada “El doncel de Don Enrique el doliente”, obra ambientada durante el reinado de Enrique III, en el siglo XV, monarca conocido como “el Doliente” por sus frecuentes enfermedades y débil salud.
El heredero de Enrique III será Juan II (padre de la reina Isabel la Católica) y enterrado en Burgos (ver Memoria mágica 24 de enero 2016).